Yo tengo una amiga que está enamorada. En realidad tengo muchas amigas enamoradas, pero estoy casi segura de que esta amiga está enamorada por primera vez.
No lo digo porque ella me lo haya dicho, estoy basándome en suposiciones, y si esta amiga lee esto y no está de acuerdo, diré, claro, que no me refería a ella, sino a otra amiga.
Pero yo sé que es así. Lo sé porque mi amiga tiene un novio, y una vida bastante buena y feliz, y una familia linda que se enorgullece de ella, y un bulto de amigos que la queremos, pero mi amiga nunca había brillado como hasta ahora.
Y es que esta amiga se ha enamorado de unas palabras, antes que de un hombre, y no hay nada más peligroso que eso. Esas palabras la sedujeron irremediablemente, y yo muy al inicio pude notar el peligro, pero se lo advertí, y ella negó con la ceguera de quien sigue a una mariposa al borde de un abismo.
Porque lo peor de todo es que esa amiga es correspondida. Y digo lo peor, porque se trata de algo maravilloso, pero mi amiga le ha puesto unas alas enormes a su corazón y ahora nada la hará volver. Mi amiga siente a través de las palabras el amor del otro, y lo transforma en combustible para estar viva.
Y yo a veces, desde afuera, quiero ponerle anclas, traerla de vuelta, argumentar que no hay modo, que parecen destinados al desencuentro… hasta que me llamo a capítulo y me digo: “no soy nadie”.
Mi amiga debe elegir. Y no digo que elija entre dos hombres, ni entre dos posibles vidas. Mi amiga debe elegir si quedarse tranquila, alimentándose de palabras, o actuar. Y yo, que aconsejo cordura, me acabo de dar cuenta que en su lugar, desplegaría mis alas y atravesaría las palabras (esas que han dado en el centro de su alma) para convertirlas en poemas ya no de letras, sino de manos, de pies y cinturas, de silencios y bocas.
Y que me perdone mi amiga, porque me estoy enredando y contradiciéndome y porque no es mi asunto, pero es que no hay manera de no dejarse arrastrar: estás en medio del huracán, pero no lo sabes, porque estás en el momento de calma.
Y aunque los vientos parezcan terribles desde afuera, ahora mismo te miro, y te digo lo que me parece mejor: ve.